Santiago Centro, Área Comercial, considera que en la orden del Gobierno, prohibiendo las rebajas física pero permitiéndolas online, es «el tiro de gracia para un sector gravemente afectado por la crisis de Covid-19», en palabras de su presidente, Chema Fernández. Con esta medida, solo favorece a las grandes marcas y distribuidoras de productos en Internet, que ahora tendrán tendrán la ventaja añadida de poder realizar descuentos mientras los establecimientos comerciales tradicionales deben mantener los precios.
La medida publicada en BOE se justifica en la prevención de las aglomeraciones y los contagios. Pero a juicio de Santiago Centro las rebajas, en el caso de que tengan que llevarse a cabo, no tienen por qué influír en el respeto a las normas de seguridad. «Estamos aplicando estrictamente las reglas de ocupación de acuerdo con los metros de cada local, tenemos todos los equipos de protección necesarios. Somos los primeros absolutamente concienciados con la gravedad de la pandemia e interesados en cuidarnos a nosotros mismos y a nuestros clientes».
Los establecimientos están abriendo después de llevar a cabo las reformas necesarias para adaptarse a una nueva situación, una adaptación que sería inútil si se incentiva la compra en Internet. Para Santiago Centro, afirmar que actualmente hay aglomeraciones en las pequeñas tiendas es desconocer completamente el mercado y la situación. «El consumo está retraido por completo», afirman, «lo que se ha agravado dado que durante las semanas de confinamiento hubo muchas familias que se sumaron por primera vez a las compras en línea. Recuperar a ese público ahora es vital para el comercio, pero con tales medidas no habrá una opción».
Ningún comercio al por menor quiere abrir sus puertas con rebajas tras semanas de inactividad, se afirma, pero la prohibición muestra un profundo desconocimiento del sector comercial y de sus ciclos anuales. «Una cosa es regular las rebajas y no permitirlas para nadie hasta el mes de agosto, como se reclamaba desde el sector, y otra es prohibirlas para el comercio tradicional y al tiempo formentarlas en la red». El pequeño comercio estaba ya inmerso en una crisis continua antes de la pandemia y reducir de esta forma su competitividad puede ser determinante para la supervivencia de muchos pequeños establecimientos, sin liquidez para hacer frente a los gastos ni a las compras, y sin posibilidad de lleva a cabo acciones que faciliten las ventas y la liquidación de stock de temporadas anteriores. «No es ya que no podamos competir en precio con la venta online, es que ahora mismo nos impiden competir», dice Fernández.